
Después del golpe de estado de 1973, Jaime Riveros era un abogado recién recibido que en Punta Arenas debió hacerse cargo de los consejos de guerra.
Y como estaba agobiado con el trabajo, se tomó un par de días para irse a Argentina con una mochila a cuestas.
Llegó a Buenos Aires, se consiguió el teléfono de Ernesto Sábato, porque lo admiraba mucho, y lo llamó. Se encontraron en un bar, conversaron largo rato y él se prometió nunca más volver a comunicarse con el escritor Argentino hasta que no tuviera algo publicado.
Ahora, quince años después, le acaba de mandar La Espera, su primera novela, publicada por Ediciones Sur de Concepción.
El libro rescata muchos lugares de esa ciudad -el café Dom, el Nuria, el Castillo, la misma estación- que nunca habían sido tomados en cuenta por la literatura.
Es que allí desarrolla su profesión de abogado Jaime Riveros, y escribe en sus ratos libres, "en forma muy indisciplinada. Tengo muchos cuentos, y el material de La Espera lo tenía en miles de papeles. Decidí que durante quince días me iba a ir de la casa a un lugar donde cerré las cortinas y tuve mi propio tiempo para escribir. Con tijeras y scotch, puse orden a la narración, que resultó fluida y fácil de leer"
La historia parte en 1984, cuando un periodista cesante y marginal que espera a una mujer en la estación de trenes de Concepción, recuerda su pasado en el Pedagógico.
Revisa lo que pasaba entonces con la mirada de 1984, cuando todo el mundo esperaba que algo ocurriera y que retornara la democracia.
-Es una novela política y la escribí para que no volvieran a cometerse los mismos errores de antes-, dice
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